La artrosis (u osteoartritis) con frecuencia se describe como una «enfermedad degenerativa de las articulaciones» que por lo general se desarrolla lentamente durante un periodo de varios años. Se trata de una enfermedad muy frecuente, normalmente asociada a dolor articular. Por ejemplo, un 6% de los adultos de 30 años o más experimentan dolor de rodilla frecuente. Con el transcurso del tiempo, el cartílago de la superficie de la articulación se deteriora y empieza a desgastarse. Este es el origen del dolor crónico y la rigidez en la articulación.1
Si padece artrosis, sin duda conocerá perfectamente la variedad de síntomas que causa, así como el efecto de estos en su vida.
- Cartílago sano: proporciona una superficie suave que hace que los huesos puedan moverse fácilmente unos sobre otros.
- Líquido sinovial: aporta lubricación y amortiguación durante la actividad física, gracias a la elevada concentración de ácido hialurónico (AH).
- Hueso sano: proporciona fuerza y soporte a los tejidos corporales.
- Cartílago erosionado: si está completamente desgastado, es posible que se produzca la fricción entre los huesos, lo que se traduciría en dolor.
- Líquido sinovial en articulación artrósica: el desarrollo de artrosis causa una disminución de la producción de AH beneficioso.
- Hueso artrósico: con el tiempo, se produce el desarrollo de espolones óseos denominados osteofitos.
Si experimenta alguno de los siguientes síntomas, es posible que padezca artrosis:
- Rigidez por la mañana
- Dolor articular al realizar movimientos
- Dolor incluso en reposo
- Sonido crepitante o sensación chirriante al caminar
- Enrojecimiento e inflamación cutáneos alrededor de la articulación